Please use this identifier to cite or link to this item: http://hdl.handle.net/2445/35754
Title: Unamuno y las artes 1888-1936
Author: Paredes Arnáiz, Anna Mª
Director/Tutor: Sotelo Vázquez, Adolfo, 1953-
Keywords: Unamuno, Miguel de, 1864-1936
País Basc
Estètica
Pintura
Arts
Basque Country
Aesthetics
Painting
Issue Date: 12-Mar-2013
Publisher: Universitat de Barcelona
Abstract: [spa] El objetivo de la presente investigación responde a la voluntad de abordar un acercamiento al pensamiento unamuniano desde una doble perspectiva, la literaria y artística, desvelando cómo las ideas estéticas se integran en su discurso hasta configurar un todo indisoluble. He establecido cinco períodos: La primera etapa, que comprende de 1888 a 1895, se inicia con el artículo “Madrid y Bilbao. Reflexiones de un bilbaíno en la corte” de marzo de 1888, en el cual expresa por primera vez inquietud por la cultura artística. Al cabo de un año, en “Alcalá de Henares. Castilla y Vizcaya” de 1899, Unamuno sienta las bases de su credo estético al plantear la existencia del arte vascongado, la búsqueda intrahistórica que desarrollará en los ensayos de En torno al casticismo de 1895 y los valores estéticos del paisaje. La segunda etapa, que oscila de 1896 a 1900 al ser nombrado Rector de la Universidad de Salamanca, continúa con el planteamiento intrahistórico, cuya premisa resume en que hay que buscar en el pueblo la materia prima del arte (“Sobre el cultivo de la demótica”, 1896). Otro de los pilares sobre el que entreteje su discurso enlaza con la visión de un arte plenairista que entronca con Beruete y Francisco Giner de los Ríos, Miguel de Unamuno se asoma al nuevo siglo como espectador reticente a las nuevas vanguardias que irrumpen en el panorama artístico. La tercera etapa, la más extensa, abarca de 1901 a 1914, resulta crucial para adentrarnos en el juicio estético de Unamuno ya que es cuando ejerce propiamente de crítico de arte y desarrolla todas las concepciones estéticas gestadas en los anteriores años. Se inmiscuye en el ámbito de la crítica teniendo como referente la Estética de Hegel, El Breviario de estética de Benedetto Croce y la Historia de las ideas estéticas de Marcelino Menéndez Pelayo y vierte las bases de su crítica pictórica en “De arte pictótica I y II” de 1912. No obstante la principal aportación es la de erigirse en estandarte de la escuela vasca con Zuloaga a la cabeza, escribió: “Zuloaga el vasco” de 1908, “Nemesio Mogrobejo” de 1910, “Darío de Regoyos” de 1913 y “La escultura honrada” de 1913. La cuarta etapa se extiende de 1915 a 1924, año del exilio a Fuerteventura. Se ratifica a favor de la libertad de expresión y se posiciona contra el estilo grandilocuente del arte germánico. En el contexto de la Primera Guerra Mundial la implicación periodística del escritor es esencialmente política, a excepción de varios artículos dedicados a artistas vascos como: “La labor patriótica de Zuloaga” de 1917, “La obra de arte de Adolfo Guiard”, de 1918 y “En el Museo del Prado” de 1919. La quinta y última etapa, de 1925 a 1936, marcada por el destierro voluntario en París y Hendaya, por la inestabilidad política y por la emergente Guerra Civil. Todo ello sume al escritor en un estado de desaliento que le aleja de las inquietudes artísticas, a excepción de “Mis santas campañas. Paco Iturrino”. Datan de esta época algunos de los retratos más sobresalientes del escritor, como el de Zuloaga de 1925, los de Juan de Echevarría, y el de Daniel Vázquez Díaz de 1936. Del Unamuno dibujante, al Unamuno retratado; el escritor convertido en asunto pictórico, motivo que le lleva a relacionarse fraternalmente con los pintores coetáneos hasta el punto de compartir con los artistas de la vertiente cántabra no sólo una confesada amistad sino también un mismo credo estético, tal y como se analiza a lo largo del presente estudio "Unamuno y las artes".
[eng] This research aims to reveal the possible links that existed between the paradigmatic thinker, Miguel de Unamuno, and art, according to their particularities and various forms of expression, artists, concepts and aesthetic preferences. However the facet of Unamuno seen in some biographies (perhaps Colette and Jean - Claude Rabaté along with Jon Juaristi have delved deeper into the subject), his relationship with art remains known but not studied in depth. Some authors have explored this direction with valuable contributions and many of them have highlighted the ideological-plastic understanding between Unamuno and Zuloaga as Tellechea Idígoras, Calvo Serraller, José Carlos Mainer, F. Garín, F. Tomás and Miguel Zuzaga. It is essential to consult catalogs as El Greco: La seva revaloració pel modernisme català, Sorolla y la Hispanic Society – Una visión de la España de entre siglos -, Sorolla - Zuloaga. Dos visiones para un cambio de siglo, and above all: La huella del 98 en la pintura española contemporánea. From his beginnings as an artist in the garret of the painter Lecuona, recognition of his drawing skills and his confession of longing to be a painter, has drawn a line of permanent contact with the arts that has been strengthened by regular treatment with contemporary painters. His incursion in arts as an art critic, as did also Valle-Inclán and Azorín, the interest generated by almost all the artistic intellectuality of end of century, Cossio's monograph on El Greco, the Historia de las ideas estéticas en España by Marcelino Menéndez Pelayo, and the Breviario de estética by Benedetto Croce, all favored the gestation of a culture broth which acquired consistency early in the century with the emergence of the avant-garde and the theoretical background of the manifestos. By philosophical-artistic compenetration Unamuno polls reality and extracts from it the intrahistorical formula. Both Velazquez and Zuloaga rose up the genuinely “castizo” reveling the essence of being. The writer oscillates between tradition and progress to enrich his speech with the visual art component, while claims for the humanizing role and drives with Giner de los Ríos the aesthetic appreciation of landscape. From a social conception of art, Unamuno becomes chronicler and critic to establish the basis of creed aesthetic that will be described in the following pages.
URI: http://hdl.handle.net/2445/35754
Appears in Collections:Tesis Doctorals - Departament - Filologia Hispànica

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