Programa Conviure. Un abordaje sistémico de la psicopatía

Abstract

[spa] A lo largo de mi trayectoria académica, he sido muy consciente de la influencia que algunos profesores han tenido en mi desarrollo personal. Más allá de las dificultades de aprendizaje por el método que se establece en las escuelas, en la adolescencia, me costó sentirme a gusto con mi autoimagen y lo que se esperaba de mí, pero siento que tuve la suerte de contar con personas que confiaron y se esforzaron por entender mis necesidades y orientarme en el desarrollo de las habilidades que dispongo hoy en día. Un proceso que me ha ayudado a querer luchar por algo y seguir adelante. La educación, aunque cada vez menos, sigue coexistiendo en un entorno clasista que no facilita la interacción colaborativa y que deja en manos de un único profesional de referencia la responsabilidad del seguimiento del grupo, quien no siempre cuenta con los recursos y herramientas necesarios para hacerlo. Por este motivo, en el presente trabajo quise plantear el reto de facilitar recursos y apoyo en la integración social de la población infanto-juvenil, basándome en la psicopatía como una clasificación social que abarca sentimientos de vergüenza, miedo y rechazo. Además, el modelo integra un marco de consideraciones éticas que promueven la autonomía, la beneficencia y la justicia del individuo durante la intervención, considerando el riesgo de vulnerabilidad en la seguridad psicológica del menor. Esta regulación se establece desde la adolescencia a nivel jurídico-penal según la Legislación del Menor del Boletín Oficial del Estado. Consecuentemente, se profundiza en el diagnóstico de la psicopatía como una conceptualización teórica que enmarca la predisposición social del psicópata incipiente, donde ya se pueden evidenciar algunos rasgos comportamentales de carácter antisocial y violento. Se analiza el desarrollo emocional infanto-juvenil con el fin de detectar el momento idóneo para el reaprendizaje asociativo de nuevos tipos de relación funcional, desvinculados del contexto familiar tradicional. Y, se constata un mayor impacto de influencia en las etapas de desarrollo infantil debido a las relaciones de apego y la adolescencia como momento de reinterpretación del modelo de conducta, las cuales pueden condicionar al individuo a desarrollar comportamientos antisociales si han estado vinculadas a contextos que han resultado desfavorables, destacando la escuela como principal contexto de intervención. Finalmente, se propone la intervención psicosocial educativa con enfoque sistémico de 12 sesiones para desarrollar competencias emocionales en individuos entre 12 y 18 años. En esta intervención, el grupo actúa como principal medio de aprendizaje, promoviendo nuevos modelos de interacción social con el objetivo de mejorar la integración social y reducir el impacto de la conducta antisocial.