Cuando la idea de testigo único obtura la tarea

Abstract

Existe desde hace tiempo una confrontación anudada tanto en los ámbitos académicos como en los estrados judiciales entre quienes sostienen y quienes niegan la posibilidad de resolver el juicio penal cuando sólo se cuenta con un único testigo. Unos y otros desarrollan argumentos plausibles en pro y en contra de las posturas que los convoca, que parecen no poder superar, habiéndose condimentado la problemática en los últimos años con los añadidos que los movimientos identitarios han incorporado al tema. La pregunta en el presente trabajo se aleja de si el testigo único es o no suficiente para resolver un caso penal a la luz de la sana crítica racional y del principio de inocencia. Me alejo de ese interrogante porque pretendo demostrar que en pleno siglo XXI, el hecho de que un proceso cuente con un único testigo no significa en modo alguno que cuente con una única prueba. Y es así, que el interés de los operadores jurídicos y de la academia sin abandonar el problema, debieran reencaminarse a pensar que en la mayor parte de los casos de testigo único, hay infinidad de elementos probatorios que aportar al proceso, que neutralizarían el problema en las primeras etapas del mismo. Para ello es necesario un pensamiento formado, informado y crítico de los operadores jurídicos, quienes en pleno siglo XXI tienen la obligación de actualizarse para incorporar la totalidad de las posibilidades probatorias a fin de no frustrar ellos mismos los fines del proceso.